Obra de arte arquitectónica
Durante siglos hubo planes para construir una vía navegable desde Toulouse hasta el mar Mediterráneo para poder transportar el trigo, el vino y los textiles por barco. Pero no fue hasta mediados del siglo XVII cuando Pierre-Paul Riquet, un inspector de hacienda noble de Béziers, logró convencer al rey Luis XIV de la viabilidad técnica del proyecto. Entre 1666 y 1681, 120.000 trabajadores cavaron con pico y pala los 240 kilómetros del canal. La vía navegable contiene 91 esclusas y otras construcciones ingeniosas, como acueductos, presas y túneles.
Navegando por el canal
Aunque existen múltiples posibilidades para ciclistas y excursionistas, la manera más exclusiva de explorar el Canal du Midi es desde el agua. Desde Toulouse, hay breves recorridos en barco de unas pocas horas que incluyen comida o cena. También hay muchos cruceros fluviales de varios días en barcos de fondo plano convertidos y equipados con todos los servicios. Los huéspedes tienen su propia habitación y las comidas las prepara el personal a bordo. Los viajeros más aventureros también pueden alquilar su propio barco. Varias empresas alquilan pequeños barcos a motor que se pueden dirigir sin necesidad de permiso de navegación. Láncese a explorar el canal tranquilamente. Solo tiene que prestar atención al funcionamiento de las esclusas, pero por lo demás es pan comido. Durante el día puede atracar en cualquier sitio que desee explorar, y por la noche puede elegir un lugar para alojarse. Por supuesto puede optar por cocinar a bordo del barco, pero otra opción es cenar en un restaurante local en uno de los pueblos que se encuentran a lo largo del canal.
La ciudadela de Carcasona
El destino más popular a lo largo del Canal du Midi es sin duda Carcasona, una ciudad fortificada medieval declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Incluso desde la distancia se puede admirar la impresionante silueta de la ciudadela, que se erige con orgullo sobre la colina de Aude. Los románticos torreones no son realmente de la Edad Media, pero fueron la creación de Viollet-Le-Duc. Este famoso arquitecto del siglo XIX también restauró la Catedral de Notre Dame. Las murallas, puertas y edificios de la ciudad, restaurados minuciosamente con su encanto de cuento de hadas, atraen a millones de visitantes a Carcasona todos los años.